Desafección y Tecnopolítica: Un Análisis Comparativo de la Participación Cívica de las Nuevas Generaciones (Millennials y Generación Z) en México

Fernando Ruelas Cruz
12 dic
13 Min. de lectura

Jóvenes mexicanos cambian el voto por el scroll

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I. Introducción y Marco Conceptual

El panorama de la participación ciudadana en México se encuentra en una fase de profunda reestructuración, impulsada principalmente por la irrupción de las nuevas generaciones en la arena política. El presente informe se centra en la tensión dialéctica entre el compromiso cívico presencial, tradicionalmente representado por el voto y la protesta en el espacio físico, y la expresión de opiniones y activismo a través de las redes sociodigitales por parte de los Millennials y la Generación Z (Gen Z).

A. El Ecosistema de la Participación Ciudadana en el México Contemporáneo

México, caracterizado como una nación con una "democracia joven" ¹, enfrenta desafíos particulares respecto al involucramiento de su población juvenil. Aunque el voto de la generación Millennial es fundamental, las investigaciones han documentado un "poco entusiasmo por temas electorales" en este grupo.¹

El peso demográfico de esta cohorte es ineludible. El Padrón Electoral mexicano para 2024 registró una cifra cercana a los 25 millones de individuos en el rango de edad de 18 a 29 años.² Esta población representa aproximadamente el 25% del total del electorado.³ La participación o abstención de este segmento demográfico se establece, por lo tanto, como un factor definitorio en los resultados de los procesos electorales federales y locales.² La Generación Z, nacida aproximadamente entre 1997 y 2012, no solo ha crecido simultáneamente al auge de las redes sociales, sino que también ha experimentado la alternancia política como algo cotidiano, nunca habiendo vivido bajo un régimen de partido hegemónico.⁴

El objetivo central de este análisis es dilucidar si la baja observada en la participación cívica presencial, más allá del acto electoral, obedece a una apatía política generalizada o, por el contrario, representa una redirección estratégica de la agencia cívica hacia plataformas digitales de bajo costo, y examinar cómo se percibe la eficacia de la acción en ambas esferas.

B. Modelos Teóricos de la Acción Colectiva y la Agencia Digital

Para comprender la conducta juvenil, es pertinente remitirse a modelos como la Teoría del Comportamiento Planificado (TCP). Estudios longitudinales aplicados a Millennials mexicanos entre 2019 y 2021 han demostrado que la Confianza en la Administración Municipal y el Cumplimiento Cívico son variables con efectos consistentes sobre la intención de voto.¹ Este hallazgo es contrastado con una observación crítica: la confianza y representatividad percibida de los Partidos Políticos no tienen un efecto significativo sobre la intención de voto durante el mismo periodo.¹

Esta disociación es fundamental para la comprensión de la psicología electoral juvenil. Revela que, si bien existe una desafección o distanciamiento hacia los intermediarios políticos tradicionales (los partidos), persiste una obligación moral o normativa hacia el ejercicio ciudadano (Cumplimiento Cívico). En otras palabras, la juventud puede ejercer el voto como una expresión de deber o un rito de paso cívico, pero no necesariamente como una adhesión motivada por la convicción partidista. El voto, en este contexto, se mantiene por un imperativo normativo, a pesar de la desconfianza hacia las estructuras que lo facilitan.

En paralelo, ha emergido la Tecnopolítica como una esfera legítima de agencia. La participación digital se conceptualiza como el uso proactivo de espacios sociodigitales.⁵ El auge de plataformas como TikTok, con más de 1.500 millones de usuarios activos y una dominancia clara entre los menores de 30 años ⁶, ilustra la reconfiguración del debate político. Esta plataforma se ha transformado en un epicentro de discursos políticos y participación cívica informal, donde el formato, impulsado por el algoritmo, favorece contenidos inmediatos y la construcción de relaciones parasociales entre votantes y figuras públicas.⁶

II. La Participación Cívica Presencial: La Crisis de Confianza y la Paradoja del Voto Joven

La participación cívica en el ámbito físico, especialmente la electoral, está intrínsecamente ligada a la percepción de funcionalidad y legitimidad del sistema institucional. Las nuevas generaciones demuestran una relación compleja y ambivalente con esta esfera.

A. Tendencias Cuantitativas de la Participación Electoral

El análisis de las tendencias recientes subraya una bimodalidad en el comportamiento de los jóvenes. El Proceso Electoral Concurrente (PEC) 2023-2024 mostró un patrón interesante: los jóvenes de 18 años, que votan por primera vez, registraron un 61.53% de participación.⁸ Este porcentaje se sitúa significativamente por debajo del segmento de 60 a 79 años, cuya participación alcanzó cifras entre el 71% y el 76%.⁸

La brecha de participación entre los primovotantes y los adultos mayores indica una dinámica generacional preocupante. Si bien los jóvenes al alcanzar la mayoría de edad cumplen con el rito cívico inicial, la diferencia de participación entre el 61.53% de los primovotantes y la tendencia de abstencionismo crónico proyectada para el resto de la cohorte 18-29 años ³ sugiere que la desilusión política se establece de manera acelerada. La primera experiencia electoral, a menudo, no resulta en una adhesión a largo plazo, sino en una apatía que se instala rápidamente en ciclos posteriores.

La disparidad en la asistencia a las urnas resalta la dificultad de retener a los votantes jóvenes una vez que el entusiasmo inicial se desvanece. La siguiente tabla sintetiza esta brecha:

Tabla 1: Brecha Generacional en la Participación Electoral (Basado en PEC 2024)

Rango de Edad	Participación Estimada (PEC 2024)	Implicación en el Comportamiento
18 años (Primovotantes)	61.53%	Alto entusiasmo inicial; cumplimiento del rito de paso cívico.
18 – 29 años (Cohorte General)	Dato Histórico de Baja Participación	Desafección post-primer voto; reorientación de la agencia cívica.
60 – 79 años	71% - 76%	Alta fidelidad electoral; participación consistente.

B. La Desconfianza Estructural y el Voto por Causas

El factor central que explica la resistencia a la participación presencial institucionalizada es la profunda erosión de la confianza. La Encuesta de la OCDE sobre los Determinantes de la Confianza de 2023 reveló que, aunque los niveles de confianza en México están a menudo por encima del promedio OCDE, el Parlamento nacional (43%) y los Partidos políticos (33%) son las instituciones con los niveles más bajos de confianza ciudadana.⁹ Esta desconfianza generalizada actúa como una barrera de entrada significativa para las nuevas generaciones.¹⁰

El descontento juvenil no es abstracto, sino que está anclado en preocupaciones materiales y estructurales. La juventud mexicana reporta un descontento generalizado respecto a la falta de acceso a la vivienda, la situación económica y la violencia en el país.¹¹ Creen que la política formal no ofrece soluciones viables para estas problemáticas ¹¹ y sienten que están lejos de ser representados proporcionalmente en los puestos de toma de decisión.¹¹

Esta situación ha provocado un cambio fundamental en el paradigma político juvenil: la migración de un modelo de participación por identidad (votar por el partido familiar o histórico) a un modelo de participación por afinidad temática (votar por la causa que me representa). La Generación Z, en particular, se moviliza por causas específicas como la crisis climática, la igualdad de género y el empleo.⁴ Estos jóvenes son frontales al cuestionar las convenciones adultas ⁴ y desean principalmente oportunidades laborales para no estar "angustiados de qué van a comer mañana".⁴

La canalización de la acción política hacia causas específicas en lugar de estructuras partidistas explica por qué la falta de confianza en los Partidos Políticos no anula completamente la intención de voto, sino que mantiene al voto bajo el criterio de Cumplimiento Cívico.¹ Cuando las preocupaciones estructurales no son abordadas efectivamente por las instituciones, la desconfianza hacia los partidos aumenta, y la acción política se reorienta hacia plataformas digitales donde las causas pueden movilizarse de forma inmediata y directa.⁴

III. El Auge de la Participación Digital: Tecnopolítica y la Esfera Pública Juvenil

Ante la desafección por los canales presenciales formalizados, las redes sociales digitales se han consolidado como el principal campo de batalla político y el epicentro de la expresión cívica juvenil, dando forma a la tecnopolítica contemporánea.

A. Consumo Mediático y Plataformas Dominantes

El consumo mediático juvenil está dominado por plataformas que priorizan la inmediatez y el formato audiovisual. TikTok, con su auge imparable y su fuerte presencia en el segmento menor de 30 años ⁶, se ha transformado de una plataforma de entretenimiento a un espacio dinámico de circulación de discursos políticos.⁶

Los jóvenes encuestados en estudios recientes confirman una preferencia marcada por el contenido audiovisual "corto y dinámico".¹² Este formato no solo satisface una preferencia estética, sino que también dicta la naturaleza de la información política consumida, favoreciendo mensajes simples y altamente impactantes.

Las redes facilitan una desintermediación política crucial. Permiten una "mayor interacción con los candidatos" ¹², creando una relación parasocial ⁶ que evita el filtro y la burocracia de los partidos políticos, precisamente las instituciones que generan mayor desconfianza.¹⁰ De esta manera, las figuras políticas pueden construir credibilidad e imagen de forma directa, tal como se observó en el análisis de las estrategias de comunicación en plataformas como TikTok para la campaña presidencial de 2024.⁷

B. La Práctica de la Tecnopolítica Juvenil y sus Riesgos

La tecnopolítica juvenil se caracteriza por la inmediatez, la frontalidad en el cuestionamiento y la aplicación de un escrutinio social rápido. La Generación Z es particularmente propensa a la "cancelación" de figuras públicas con comportamientos que consideran excluyentes, denigrantes o discriminatorios.⁴ Esta capacidad de movilizar la opinión y la crítica rápidamente se observa en ejemplos de protesta digital como la campaña #NosotrasTenemosOtrosDatos.¹⁴

No obstante, el activismo digital presenta un riesgo sistémico significativo: la vulnerabilidad a la desinformación. Las redes sociales son un facilitador de la participación política y actúan como un referente importante en la decisión electoral.¹² Sin embargo, la investigación indica que los jóvenes son conscientes de que la información consumida en redes no es siempre verídica, pero no muestran un interés activo en confirmarla en otros medios.¹²

Este patrón de consumo revela una primacía del afecto sobre el rigor factual. El impacto de las redes sociales en el entorno digital en el comportamiento electoral es un factor clave en la actualidad.¹⁵ La decisión política se ve influenciada por la accesibilidad, el formato dinámico y la alineación emocional con una causa, elementos que, al ser valorados por encima del rigor factual y la verificación, intensifican la vulnerabilidad de esta cohorte a la desinformación y las noticias no verificadas.¹⁵ La inmediatez y el formato corto desplazan la búsqueda de información compleja y verificada, llevando a una participación que se basa más en la afectividad y la información superficial que en un análisis político profundo.

IV. Comparativa de Percepción de Efectividad Cívica: Presencialidad vs. Digitalidad

La clave para entender el compromiso juvenil reside en la percepción de efectividad que atribuyen a cada modalidad de participación. Existe una clara distinción entre la eficacia percibida en el cambio estructural lento y la eficacia inmediata de la acción simbólica.

A. El Dilema de la Eficacia Lenta vs. la Eficacia Inmediata

Aproximadamente el 50% de los jóvenes mexicanos reconocen el voto como una herramienta potencial para transformar la realidad del país.¹¹ Este dato valida el potencial de la participación presencial para el cambio estructural (legislativo o gubernamental). No obstante, la transformación materializada por el voto es intrínsecamente lenta, burocrática y está mediada por las instituciones en las que se desconfía.

En contraste, el activismo digital ofrece una eficacia inmediata. Se percibe como altamente efectivo para visibilizar problemas, generar conversación pública, y aplicar la rectificación de comportamientos, como la cancelación de una figura pública.⁴

La desconfianza en los mecanismos formales de rendición de cuentas —incluyendo el sistema judicial y el parlamentario— ha generado un mecanismo alternativo de accountability. El activismo digital funge como un sistema de justicia social y moral descentralizado y rápido. Su eficacia no se mide en términos de leyes aprobadas o presupuestos modificados, sino en la capacidad de castigar o premiar simbólicamente a los actores políticos en tiempo real. Adicionalmente, la evidencia sugiere que las redes sociales tienen un mayor impacto que los medios tradicionales (radio, televisión) y la interacción cara a cara en la percepción pública sobre temas específicos de corrupción, como la compra del voto.¹⁶

B. La Sustitución (Slacktivism) y la Complementariedad (Digitalización)

La naturaleza fundamentalmente diferente de los procesos de participación digital frente a los deliberativos presenciales ¹⁷ plantea la pregunta sobre si el activismo en línea sustituye o complementa el compromiso físico.

Si bien el término slacktivism (activismo perezoso) podría aplicarse a ciertas acciones digitales superficiales, los datos indican que el uso de las redes sociales es un facilitador de la participación política y un referente significativo en la decisión electoral.¹²

Esto sugiere que la participación digital funciona más como una etapa de pre-movilización o un gateway. Al reducir los costos de entrada a la esfera política (no requiere movilización física ni afiliación partidista), la digitalización puede conducir a la formación de una opinión (aunque superficialmente informada) que luego se ejerce en las urnas. La acción digital, por lo tanto, no es necesariamente una sustitución, sino una etapa de la acción híbrida que cataliza el voto.

La siguiente matriz compara las características inherentes a cada modalidad de participación, sintetizando la percepción de la juventud:

Tabla 2: Matriz Comparativa de las Modalidades de Participación Cívica Juvenil

Dimensión de Análisis	Participación Presencial (Formal)	Participación Digital (Informal)
Formas Clave de Agencia	Voto, Protesta callejera, Cumplimiento cívico.	Expresión de opinión, Cancelación, Activismo por causas, Discusión en microcomunidades.
Percepción de Impacto Deseado	Cambio estructural (legislativo, de gobierno).	Cambio de comportamiento, visibilización de injusticias.
Velocidad de Respuesta Percibida	Lenta, burocrática, cíclica.	Instantánea, viral, inmediata.
Relación con Instituciones	Mediada por Partidos (Alto rechazo/desconfianza).¹	Desintermediada (Comunicación directa con actores).⁶
Riesgo Operativo	Costo de movilización, apatía.	Vulnerabilidad a desinformación (noticias falsas).¹²

V. Implicaciones Metodológicas y Proyecciones Futuras

El estudio de la participación juvenil requiere una evolución en los métodos de investigación para capturar la complejidad de este fenómeno híbrido. Asimismo, demanda nuevas estrategias institucionales para reencauzar la energía digital hacia el compromiso cívico duradero.

A. Desafíos Metodológicos en la Investigación de la Opinión Juvenil

Para comprender el impacto real del activismo digital, la investigación debe trascender las limitaciones de los estudios tradicionales. Es imperativo utilizar metodologías híbridas que combinen los estudios longitudinales de cultura política (como las encuestas realizadas en 2012 y 2018 para entender la percepción de instituciones electorales ¹⁸) con herramientas de análisis de datos masivos.

El simple volumen de datos (Big Data) generado en las redes sociales no es suficiente. Es necesario migrar hacia el Smart Data, empleando fórmulas de ponderación como el Grado de Interacción. Estas herramientas analíticas permiten identificar contenidos y conversaciones que realmente movilizan o influyen en el comportamiento, en lugar de solo medir la cantidad de publicaciones.¹³ Al enfocarse en la interactividad relevante, se pueden aislar los datos que tienen un peso significativo en la conformación de la opinión pública juvenil y la decisión electoral.

B. Estrategias de Re-conexión Institucional

Las autoridades y los actores políticos deben reconocer que las estrategias tradicionales de comunicación no han logrado captar la atención del sector juvenil.¹⁹ La desconfianza hacia los partidos políticos ¹⁰ exige un enfoque renovado.

Primero, las estrategias educativas deben promover una Ciudadanía Digital Proactiva. Esto implica ir más allá de la mera alfabetización tecnológica para fomentar activamente el "uso proactivo de los espacios digitales" —incluyendo la promoción de comunidades de práctica y la autorregulación en línea— como parte integral del desarrollo cívico.⁵

Segundo, los partidos y candidatos deben enfocarse en proyectar autenticidad y coherencia. La juventud valora estos atributos y su presencia influye significativamente en la disposición a votar.¹⁹ Estrategias de comunicación especializadas, a pesar de las barreras de desconfianza, pueden utilizar las redes sociales para construir una imagen de credibilidad ¹⁰, siempre que el mensaje sea coherente con las causas que movilizan a la Gen Z (empleo, crisis climática, etc.).⁴

C. Proyecciones de Compromiso Político a Mediano Plazo (Rumbo a 2027)

El compromiso político juvenil será puesto a prueba en los próximos ciclos electorales. Las futuras elecciones intermedias en 2027 se perfilan como un escenario complejo debido a la posible coincidencia con mega-jornadas y consultas populares, lo que requerirá una movilización cívica intensiva.²⁰

Los especialistas en la materia enfatizan la urgencia de revertir la tendencia de falta de interés de la juventud. No tomar en cuenta las preocupaciones y los canales de expresión de estas generaciones es percibido como una "colonización del futuro desde el presente", un error que la clase política no debe permitirse.²¹

La capacidad de los líderes y las instituciones para integrar las demandas de las causas juveniles en un discurso político coherente, y de hacerlo a través de los canales de comunicación dominantes como TikTok ⁷, determinará si la energía política digital puede ser canalizada de vuelta al marco institucional.

VI. Conclusiones

La participación de las nuevas generaciones en México se articula en torno a una tensión fundamental: un rechazo estructural a los intermediarios y estructuras presenciales tradicionales (partidos políticos y parlamento) coexiste con un alto nivel de agencia expresiva y rápida movilización en línea.

Redirección, no Apatía Total: La baja participación presencial no refleja una indiferencia política absoluta, sino una redirección de la agencia cívica. La desconfianza institucional ⁹ fomenta la participación por causas ⁴, donde las redes sociales digitales ofrecen un mecanismo de accountability inmediato y simbólico, contrastando con la lentitud y el bajo nivel de confianza en los procesos formales.
La Paradoja del Voto Cívico: Los Millennials y la Gen Z mantienen su intención de voto no por adhesión partidista, sino por un sentido de Cumplimiento Cívico.¹ La participación inicial es alta (primovotantes, 61.53%), pero la desafección se acelera rápidamente, lo que resulta en una apatía crónica en ciclos subsiguientes dentro del rango 18-29 años.⁸
Vulnerabilidad a la Posverdad: La preferencia por formatos audiovisuales cortos y dinámicos ¹² y la falta de interés en la verificación, a pesar de la conciencia de la desinformación ¹², implican que la influencia electoral digital está fuertemente mediada por la afectividad y la simplicidad del mensaje, aumentando la vulnerabilidad democrática.¹⁵
Hibridación como Camino a Seguir: La tecnopolítica funciona como un facilitador y referente para la decisión electoral.¹² El desafío democrático reside en integrar esta agencia digital, con sus riesgos inherentes, en un marco que reestablezca la confianza en el potencial transformador de la participación presencial. Para superar la desafección, las instituciones deben proyectar autenticidad y coherencia con las demandas generacionales (empleo, clima), utilizando los canales de comunicación dominantes para movilizar el voto.